La cultura de ciberseguridad en México ha evolucionado, pero aún no ha alcanzado su madurez.
Hace apenas unos años, muchas empresas mexicanas se sentían seguras con un firewall y un antivirus. “¿Quién me va a atacar, si no soy un banco ni una dependencia gubernamental?”, solían preguntarse. Sin embargo, después de sufrir ataques reales o al menos de ver a colegas y competidores afectados, esa visión ha cambiado radicalmente. Ahora, cada vez más empresas admiten que no sólo fueron vulneradas, sino que, además, las consecuencias han sido graves: pérdidas financieras, deterioro de la confianza de sus clientes e interrupciones operativas.